SEGUINOS EN FACEBOOK!

viernes, 5 de septiembre de 2014

CAPITULO 7

28 de Agosto: nos despertamos en el camping, el día estaba increíble así que decidimos que pasaríamos una noche más allí. Estuvimos todo el día a la orilla del rio, escuchando y viendo las cascadas mientras tomábamos un poco de sol relajándonos al máximo. Recién a la tardecita dejamos el rio para ir hasta el mercado a comprar unos churrascos para hacer a la parrilla a la noche, prendimos el fuego y comimos bien temprano, no muy tarde ya estábamos durmiendo. 29 de Agosto: nos levantamos temprano y lo llamamos a Rafael, amigo del pastor José quien muy amablemente nos esperaba esa noche en su casa en El Soberbio, como eran solo 50 km hasta allí decidimos que saldríamos después del mediodía, disfrutando así nuestras ultimas horas a orillas del rio. Después de una par de horas al sol empezamos a armar la moto para continuar nuestro viaje, a eso de las 5 de la tarde ya estábamos en El Soberbio, primero fuimos a conocer el pueblo, cargar nafta, calibrar las cubiertas para continuar al otro día y hasta nos tomamos unos mates observando el majestuoso Rio Uruguay. Después de los mates lo llamamos a Rafael y nos encontramos para ir hasta su casa, muy amable este hombre que nos recibió sin conocernos y sin saber nada de nosotros más que lo que el pastor José podía haberle contado por teléfono cuando lo llamó. Armamos la carpa en el fondo de la casa y más tarde nos fuimos hasta el mercado a comprar un poco de carne para agregarle al guiso que estaba haciendo Rafael. Compartimos la cena junto a él, su señora y su cuñado, realmente le salió muy bueno el guiso. Apenas terminamos de cenar, aunque era bien temprano nos fuimos a dormir ya que al otro día saldríamos para Moconá bien temprano a conocer sus saltos. 30 de Agosto: Nos levantamos a eso de las 7 am y mates de por medio fuimos desarmando campamento para irnos. Mientras atábamos todo a la moto se acercó Rafael brindándonos una taza de café con leche a cada uno con unos panes con dulce de leche, todo realmente riquísimo. Esta era la primera taza de leche en nuestro viaje así que la disfrutamos muchísimo. Después de este desayuno nos sacamos una foto junto a Rafael y Patricia y salimos rumbo a Moconá muy tranquilos ya que solo eran 80 km y la idea era pasar la noche allí, pero para nuestra sorpresa no iba a ser así ya que al llegar a Moconá fuimos al único camping que había y el precio era realmente elevado, comparable con el precio de un hotel con la diferencia que el precio era solo para armar la carpa, UNA LOCURA. Pensamos en armar la carpa al costado de la ruta pero preguntando nos dijeron que nos echarían ya que la única opción para acampar era este camping con sus súper precios. Esto nos cambiaba realmente los planes y no sabíamos que íbamos a hacer. Como habíamos ido a Moconá por sus saltos empezamos por el principio y nos dirijos al parque para conocerlos, ya veríamos donde pasábamos la noche, siempre algo bueno aparece. Llegamos al parque y como era de imaginar todo es dinero, averiguando allí dentro después de pagar la entrada al parque nos dijeron que con la entrada no se podían ver los saltos, que esa entrada era solo un seguro para estar allí dentro protegido en caso de que te pase algo, no nos gustó nada esto ya que nos choca mucho la idea de tener que pagar por conocer cosas que la naturaleza nos “regala” y el hombre siempre encontrando su negocio. La cuestión era que para observar los saltos había que pagar un gomon de un precio demasiado excesivo para nosotros, cosa que no podíamos pagar ya que como sabrán vamos justos con la plata, entonces recurrimos al poder de convencimiento del viajero, contándoles a los empleados del parque sobre nuestro viaje y sobre todo contándoles sobre el estilo de viaje y nuestras posibilidades económicas. De tanto charlar conseguimos que solo nos cobren a unos de los 2 para subir al gomon por lo que agradecemos mucho y “solamente” a los empleados del parque ya que quien lo maneja seguramente se esté llenando los bolsillos día a día con nuestras ganas de conocer los paisajes que están desde siempre. Una lástima que esto sea así aunque sabemos que es algo que pasa en todos lados, impidiendo a la gente que tiene muchos menos recursos que nosotros poder conocer este tipo de cosas, como somos bastante discutidores planteamos esta situación delante de todos sugiriéndoles que den la posibilidad a todo el mundo al menos una vez a la semana para que puedan conocer gratis esta maravilla natural, ya que hablando con la gente de allí de cerca nos dimos cuenta que la mayoría no conoce estos increíbles saltos a pesar de estar a pocos km de alli y todo debido a los costos, una verdadera lástima que el capitalismo deje de lado a cierto sector de la sociedad, mucha tristeza nos genera y no pudimos no decirlo. La cuestión es que renegando pagamos la vuelta en gomon y allá fuimos, olvidándonos del tema dinero comenzamos a disfrutar de esto que habíamos soñado con conocerlo desde hace rato, realmente vale la pena y nos produjo una felicidad y satisfacción casi inexplicable, son esos lugares donde uno se siente realmente chiquito, muy imponente haber navegado por allí viendo esa inmensidad, sacamos miles de fotos e hicimos algunos videos donde nuestras caras estaban deformadas de tanta felicidad. Antes de subir al gomón nos encontramos con una pareja de viajeros alemanes, quienes andaban en un motor home pero hasta Moconá habían ido en una moto scooter bien chiquita, unos genios. En un inglés básico de ambos pudimos entendernos perfectamente hablando por unos cuantos minutos y hasta pudiéndoles explicar sobre nuestro viaje y sobre la forma de solventarnos por lo que muy amablemente accedieron a comprarnos un parche bordado sumándose a nuestro sueño. Después el gomón nos pusimos la ropa para subirnos al moto y tuvimos que decidir entre volver a El Soberbio por asfalto haciendo muchísimos km de más para seguir luego hacia el norte, o hacer una ruta de ripio a San Pedro la cual nos habían dicho que estaba medianamente transitable. Elegimos la segunda opción ya que solo eran unos 80 km y hacia el camino mucho más directo para seguir rumbo norte como era nuestra idea. Paramos en un kiosco a comprar un paquete de arroz para tener algo por las dudas de que nos agarre la noche o tuviésemos algún imprevisto en el camino. Este camino atravesaba la Biósfera Yabotí con unas subidas y bajadas muy empinadas, sumándole a esto miles de curvas y muchísima piedra suelta de todo tamaño. Durante el trayecto, en medio de la selva Misionera, vimos serpientes y monos en medio del camino, algo realmente único y sorprendente. Íbamos a un ritmo muy tranquilo y con precaución ya que el camino tenía un grado de dificultad importante, tal es así, que en una subida escuchamos que venían unas motos detrás y por el ángulo de la pendiente que veníamos subiendo no las podía ver por los espejos, tal es así que cuando comenzó la bajada, empinada y de piedra suelta quise correrme a un lado para darles paso, pero la piedras hacían que no pudiera frenar, yendo la moto para donde se le antojaba y haciéndose casi incontrolable al punto de que se nos tumbó cayéndose la moto al piso, para nuestra suerte nosotros estábamos intactos y las motos que venían atrás no solo nos ayudaron a levantarla sino que luego, el resto del camino lo hicieron a nuestro ritmo por si llegásemos a tener algún percance parecido. Realmente agradecidos con estos chicos ya que a pesar de que este camino lo hacían casi todos los días para ir a su trabajo pudiéndolo haberlo hecho muchísimo más rápido que siguiéndonos a nosotros, no dudaron un segundo en aminorar su marcha y acompañarnos hasta llegar a la ruta en un par de horas de esfuerzo y manejo cuidadoso. Para nuestra suerte para la tardecita ya estábamos saliendo del ripio, solo nos quedaban unos km de ruta hasta San Pedro. Al llegar allí, ya se veía venir una gran tormenta, por lo que nos pusimos a buscar un hotel ya que de paso nos vendría muy bien para descansar bien después de tan agitado día. Como San Pedro no es un pueblo turístico no había muchas opciones hoteleras en cuanto a precio ni a calidad, por lo q nos resultó bastante elevado, no sabíamos que hacer ya que el precio no ayudaba pero el clima tampoco, pero como siempre la suerte nos acompaña, estando parados en la puerta de uno de los 2 hoteles del pueblo nos encontramos a un señor en su camioneta con un tráiler donde llevaba un karting. Él nos escuchó mientras con Pau definíamos donde pasaríamos la noche y se nos acercó a preguntarnos que pretensiones teníamos para dormir a lo q le contestamos que solo por la lluvia la única pretensión sería un techo. Este señor que también estaba en San Pedro de paso, ya que al otro día su hijo correría una carrera de karting nos dijo que a ellos, todos los que estaban para la carrera de karting les habían dado unas habitaciones en la escuela agraria totalmente gratis. Así que siguiendo las recomendaciones de este señor y mediante una mentirita piadosa nos acercamos a la escuela diciendo que estábamos con la gente de los kartings y automáticamente nos dieron una habitación totalmente gratis. Ya felices y acomodados en la habitación nos fuimos a dar una ducha, el agua estaba fresca pero a caballo regalado no se le miran los dientes así que la disfrutamos y nos bañamos que ya veníamos de un par de días de falta de ducha. Salimos a comprar un poco de pan y fiambre y volvimos a la habitación donde nos quedamos descansando y escuchando música hasta que nos llegó la hora de dormir y el sueño, como habíamos imaginado después de la medianoche se largó una lluvia torrencial la cual nos hizo pensar bastante que haríamos al otro día, pero en lugar de preocuparnos nos dejamos vencer por el sueño y ruido de la lluvia durmiendo como unos angelitos y dejando para el otro día el tema de pensar como continuaría nuestro viaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario