Entre amigos
y trabajo llegó el lunes 30 de Marzo, día en que armamos la moto y salimos
rumbo a la costa. Tomamos ruta hacia Esmeraldas, una de las playas más al norte
de este país, allí llegamos en menos de 2 hs y como mucho no nos gustó el lugar
continuamos unos km, en donde fuimos pasando por varios pueblos costeros,
algunos más lindos que otros, pero el que más nos gustó en esta primera
impresión de lo que eran las costas fue un pueblo llamado Sua, un lugar súper
tranquilo y muy poco poblado, como sabrán eso es lo que más nos gusta, la
tranquilidad que siempre a su vez, da seguridad.
Ahí en Sua
nos quedamos apreciando sus playas y decidimos comernos un “bolón” , esto se
trata de verde frito con queso, cuando digo verde me refiero a una banana que
se usa para las comidas y se puede comer tanto verde como madura, hay millones
de recetas con esta fruta (o verdura) jaja.
Después de
almorzar algo continuamos a un ritmo bien tranquilo, en cada pueblo que veíamos
entrabamos a conocerlo así nos tuviésemos que desviar del camino, así fue que
llegamos a Pedernales en la tardecita a pesar de que eran pocos km.
Al llegar a
Pedernales fuimos al hotel Bocana, en donde anteriormente ya habíamos hablado
con Patricio, su dueño quien estaba interesado en darnos una mano con
hospedaje. Esta conversación la habíamos tenido hace bastante tiempo por lo que
Patricio no se acordaba de nosotros, pero de todas maneras nos brindó un lugar
en su hotel ya que en este momento el está metido en el grupo de Motoviajeros
S.O.S de Ecuador, quienes brindan posada a los motoviajeros. Así fue que
bajamos algunas cosas muy necesarias y dejamos la moto casi lista para
continuar al otro día.
Como ya era
de tardecita, salimos a caminar un rato y lo primero que hicimos fue irnos
hasta la orilla del mar a tocar el agua, ya durante día estando con los trajes
de motos no habíamos tenido contacto con ella. Que linda estaba! Una
temperatura muy cálida, no voy a decir caliente pero si muy agradable, hasta
nos dieron ganas de meternos. Como era de noche y nos sabíamos si habría
piedras o que mejor decidimos solo quedarnos en la orilla.
Más tarde
seguimos caminando por la costanera de este pueblo y nos comimos algo barato
por ahí, como estábamos cansados nos volvimos al hotel a dormir para continuar
al día siguiente nuestro viaje.
Al día
siguiente como lo habíamos planeado continuamos viaje. Antes de salir conocimos
a Remi, él es hijo de una señora llamada María a quien tuvimos la oportunidad
de conocer en Argentina hace más de un año atrás. Remi vive en Pedernales
y su madre en Manta a unos 200 km, como
nosotros habíamos estado hablando con María, Remi sabía que estábamos en su
pueblo y vino a visitarnos al hotel Bocana, también nos invitó a la noche a ir
a tomar algo pero como teníamos pensado continuar no pudimos aceptar este
ofrecimiento, de todas maneras quedamos muy contentos de haber conocido a Remi
a quien seguramente volveremos a ver en otra oportunidad.
Ya después
de conversar un buen rato nos subimos a la moto y salimos en dirección a Manta,
pasamos por algunos pueblitos costeros hasta que llegamos a uno llamado Canoa,
este fue el que más nos gustó en este trayecto ya que se veía muy tranquilo y
sus costas verdaderamente lindas, así fue que entramos al pueblo y lo atravesamos
todo, así llegamos a una playa donde casi no había gente. Tan tranquila estaba
esta playa que la única pareja q estaba, ya unos señores cincuentones estaban
casi en bolas, ella muy tranquila en topless así que nosotros nos contagiamos,
no nos quedamos en bolas pero si nos sacamos todo el taje de moto (casco- pantalón-
campera- botas) quedándonos bien frescos para meternos al mar. Allí nos
quedamos un buen rato disfrutando del día, del agua y del sol.
Aunque nos
costó bastante decidirnos a ponernos de vuelta los trajes, después de una hora
continuamos viaje, a los poco km pasamos por un lugar muy lindo llamado Bahía
de Caráquez, un lugar realmente llamativo y muy cuidado, una bahía bastante
grande donde uno debe cruzar un puente bien largo.
No teníamos
demasiado planeado a donde ir, solo habíamos hablado con María, la señora de
Manta, como este era nuestro único contacto por la zona decidimos llegar a
Manta. Así fue que en la tardecita estábamos entrando a la ciudad, llamamos a
María y en un rato ya estábamos en su casa, ahí conocimos a su esposo. Ellos
tienen un Garage, donde guardan colectivos y camiones y también hospedaje para
sus choferes, por este motivo fue que tuvimos la suerte de dormir en una
habitación para nosotros donde también pudimos ducharnos, no sabíamos que María
tenia para darnos hospedaje por lo que estábamos muy sorprendidos.
Manta no
tuvimos la oportunidad de conocer demasiado ya que solamente estuvimos esa
noche, también debo decir que la idea es volver a pasar por lo que nos
preocupamos demasiado.
Esa noche
salimos a comer algo barato por ahí y también nos fuimos a comer unos heladitos
ya que hacia bastante calor. Ya más tarde volvimos caminando a la casa donde
dormimos hasta el día siguiente.
Cuando nos
levantamos preparamos la moto (que casi no la habíamos desarmado) y salimos
junto al esposo de María a unas pocas cuadras a conocer al resto de su familia,
así fue que llegamos a una casita donde nos dieron un buen café con unos
pancitos y luego nos sacamos unas cuantas fotos todos juntos. Ya el sol estaba
golpeando muy fuerte, y solo eran las 10 de la mañana, pero igual decidimos
continuar viaje. Como lo habíamos previsto, el calor nos estaba agobiando, la
temperatura estaba muy alta y nosotros en cada pueblo que veíamos entrabamos a
conocer, yendo a muy poca velocidad, con todo puesto, ya no aguantábamos más el
calor, por eso fue que en un pueblo llamado San Lorenzo, a tan solo 50 km de
Manta decidimos quedarnos y buscar lugar para armar nuestro campamento.
Tratando de
ser precavidos hablamos con bastante gente del pueblo, todos coincidieron que
podíamos acampar en la playa sin problema ya que el pueblo es bien chiquito y
súper tranquilo.
Así que en
pleno mediodía buscamos un almuerzo barato, el cual compartimos y luego si, a
buscar una buena playa la cual sea lo bastante tranquila para acampar pero no
tan lejos del pueblo.
Como
estábamos a mediados de semana encontramos en plena playa un puesto de bebidas
y comidas el cual estaba cerrado porque solo abre los fines de semana, este
local tenía un buen techo donde pudimos entrar con la moto y armar la carpa a
un costado, todo bajo techo protegiéndonos más que nada del sol.
Ya con la
carpa armada, decidimos ir a apreciar el hermoso mar que habíamos visto desde
el camino, ese mar color turquesa que tanto nos había llamado la atención y que
ya lo teníamos ahí a unos metros, con solo tocar el agua ya estábamos
maravillados, la temperatura de este realmente espectacular. Ahí nos quedamos
nadando un buen rato y más tarde nos fuimos a caminar hasta llegar a unas
piedras bien altas donde se formaban unas cuevas.
Luego de
pasear bastante volvimos a la zona donde teníamos nuestro campamento, allí nos
quedamos disfrutando del resto de la tarde en la playa y en el mar que a pesar
de que las horas pasaban, la temperatura del agua seguía ideal.
Así fue
llegando la tardecita y también nuestras ganas de comer, como ya estaba anocheciendo
Paula se quedó cuidando las cosas y yo me fui al pueblo a comprar algo para
comer, para nuestra suerte me topé con una Venezolana que cocinaba en su casa,
esta era la única opción si queríamos comer algo que esté listo, sino había que
comprar para cocinar y los precios de la tienda no eran los mejores, y a su
vez, la venezolana nos cocinó a ambos por 3 dólares, así que ahí nomás cerramos
trato y me lleve un buen pescado frito, con arroz y ensalada hasta la playa
donde Pau me esperaba para cenar. Comimos dicho plato y a la carpa a dormir como
bebes.
Al día siguiente
nos despertamos bien temprano y para las 9 de la mañana ya teníamos todo atado
en la moto para salir. Continuamos haciendo la Ruta del Sola, todo por la costa
y como siempre visitando cada pueblo que veíamos, así llegamos a los Frailes,
una playa totalmente virgen, una reserva natural donde todo está muy cuidado,
hay guardaparques y también una entrada muy pintoresca, pero lo más sorprendente
es que a pesar de estar tan bien mantenido no se paga ni un centavo de entrada.
Hacía un
calor bárbaro, por lo que nos sacamos nuestros trajes de moto y nos fuimos a
meter al mar, y disfrutar un rato de la playa. Nos quedamos tan solo una hora pero
prometiéndonos a nosotros mismos volver pronto por ahí, ya que verdaderamente
es hermosa esta playa. Como es una reserva solo se puede ir de 8 de la mañana a
4 de la tarde, por lo que a la vuelta seguramente nos hagamos un día completo aquí
donde realmente ser respira tranquilidad.
Después de
vestirnos nuevamente continuamos viaje, al llegar a Montañita entramos a buscar
un hostel, a donde nos había mandado un amigo a buscar un libro que se había olvidado,
retiramos ese libro y conocimos un poco este pueblo tan famoso en el ambiente turístico.
Todo el mundo nos mandó a que conozcamos Montañita pero a nosotros la verdad
que no nos gustó, es un pueblo orientado a la fiesta o a la rumba como dicen acá,
a nosotros nos gusta esto, pero para catalogar a un lugar como lindo tiene que
tener buena naturaleza y cosas que lo distingan por ser típicas, creemos que
fiesta puede haber en cualquier pueblo, ya que cualquier pueblo armado y
orientado a ese estilo se puede hacer en Montañita o en otro lugar como así también
en otro país.
Ya con el
libro de nuestro amigo en mano continuamos viaje y llegamos casi a Salinas,
digo casi porque antes de llegar encontramos el Hotel Royal de Cameron en Punta
Centinela, donde un amigo de mi hermano Julián nos había dejado unas cositas en
sus vacaciones en Ecuador. Nosotros creíamos que nos llegaba la yerba mate que
tanto deseábamos como así también alfajores pero no tuvimos esa suerte ya que en
el avión no lo dejaron traer nada, solo llego algo de ropa que le habían mandado
a Pau.
Después de
retirar este pequeño paquete continuamos hacia Playas Villamil donde el Club
Bikers Villamil nos estaba esperando, solo nos faltaban 100 km hasta ahí y
llegamos en una horita. Entramos a la
ciudad y de repente apareció un motero llamado Pedro, de un club llamado
Carreras Clandestinas quien muy amablemente se interesó en ayudarnos, como a
nosotros ya nos estaban esperando nos llevó a lo de Ramón, ahí conocimos a los
Bikers Villamil, Víctor es otro de ellos, con él había hablado más que con
ninguno y no tuvo problemas en llevarnos a su casa, ya que habitualmente el
recibe viajeros a su paso por su ciudad.
De esta
manera nos fuimos a instalar para luego salir a comer algo y tomarnos unas
cuantas cervecitas junto a todos los chicos del club, nos reímos muchísimo todos
juntos y las horas fueron pasando sin darnos cuenta, también las botellas de
cerveza, así fue que llegamos cansadísimos a las 3 de la mañana y nos fuimos a
dormir, ya no dábamos más.
Como siempre un gusto leer como la están pasando! Buenas rutas!
ResponderEliminarno se quien sos, pero muchisimas gracias!
Eliminar