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lunes, 20 de octubre de 2014

CAPITULO 12

6 de Octubre: Nos despertamos un poco después de lo planeado, pero por suerte para las 9 ya habíamos desayunado y armado toda la moto.
Antes de irnos fuimos a la casa de los padres de Franccesco a despedirnos de él, de sus hijos y de sus padres. Muy contentos estamos de haber podido conocer a esta familia encantadora que hasta se emocionaron mientras nos despedían.
Después de saludarlos salimos a la ruta abandonando la ciudad pero sin saber cuál sería nuestro próximo destino, solo teníamos la certeza de que iríamos por la ruta hacia Samaipata, situada a tan solo 120 km de Santa Cruz. A medida que iban pasando los km iban apareciendo las montañas y también las subidas, el paisaje iba tornándose espectacular.
Nos habían pasado un dato de un lugar llamado “Cuevas” que se encuentra sobre la ruta a Samaipata, en este lugar hay unas cascadas bastantes grandes y muchísima naturaleza. Cuando llegamos a este lugar el tiempo no nos estaba acompañando ya que hacia vario km que veníamos andando debajo de la lluvia, por lo que decidimos pasar de largo este lugar e irnos hasta Samaipata, por suerte más adelante la lluvia paró.
Al llegar a Samaipata al mediodía con bastante calor y hambre nos fuimos a buscar algo para comer, llegando a la conclusión de que si nos sentábamos a comer en algún lugar gastaríamos lo mismo que si nos cocinábamos. De esta manera nos dimos nuestro primer gusto en Bolivia sentándonos a comer unas milanesas, con papas fritas, arroz y ensalada por tan solo 10 Bolivianos, estaba riquísimo además de ser barato.
Luego de almorzar y relajarnos fuimos a averiguar a un camping del pueblo y como no nos sirvió el precio salimos a la ruta nuevamente yendo hacia El Fuerte de Samaipata donde había un camping más barato, al llegar fuimos a observar el lugar y mientras caminábamos nos atacó un enjambre de avispas picándonos más de 10 a cada uno, con un dolor insoportable decidimos que allí no nos quedaríamos tampoco.
Todos picados en brazos, cabeza y cuello seguimos camino hasta El Fuerte, pero al llegar ya casi estaban cerrando por lo que la chica de la entrada nos recomendó que fuésemos con más tiempo al otro día. Hablando con ella misma le comentamos sobre nuestro viaje y nos dijo que vayamos al Museo Arqueológico, situado en el pueblo, a contarles un poco nuestra historia que seguramente podrían hacernos algún descuento en la entrada al Fuerte y Museo.
Así que con este dato volvimos al pueblo con la idea de hablar en el Museo y luego ir al camping que habíamos averiguado en un principio. Al llegar al museo hablamos con Carola, de Administración y contándole sobre nuestro viaje y nuestra página no dudo en darnos una mano. Por lo tanto queremos hacer un agradecimiento especial a la gente de la Municipalidad de Samaipata por esta colaboración.
Al salir del museo e informados por la misma Carola decidimos ir a preguntar a otro camping y hostal llamado “El Jardín”. Al llegar averiguando tarifas y observando el lugar , el cual se veía realmente hermoso, todo construido naturalmente y a su vez acompañado de un excelente paisaje con las montañas de fondo.
Ahí hablamos con Cande, la dueña del lugar a quien también le contamos un poco sobre nuestro viaje y sin más ella accedió a sumarse a nuestro sueño dejándonos la estadía gratis a  cambio de publicidad en nuestra página, difundiendo así la página del camping “El Jardín” y mostrando un poco mediante fotos la belleza del lugar.
Ya muy contentos con lo acontecido, ingresamos al camping a armar nuestro campamento, allí conocimos a personas de todas partes del mundo que también estaban alojadas allí, gente de Barcelona, País Vasco, Francia, Inglaterra, Holanda, Chile, Suiza y seguramente algún país más, increíble diversidad de culturas e idiomas.
Luego de practicar un poco de idiomas nos fuimos hasta el mercado a comprar unos víveres. En el mercado venden muchísimas frutas y verduras de una excelente calidad y realmente muy barato, también se vende lo que es fideo, arroz, avena y demás cosas todo suelto, nada viene en paquete, así que nosotros re felices ya que estamos medio en contra que para cosa que uno compra venga acompañado de una bolsa que luego debe ser desechada.
Luego de las compras volvimos al camping y aprovechando de la cocina que disponíamos como espacio común nos hicimos una rica cena para después comerla al lado del fogón que habían encendido otros chicos con quienes compartimos charlas en Inglés y Español y también un rico vino tinto. Luego de tan hermosa velada nos fuimos a dormir a la carpa iluminados por la luna llena.
7 de Octubre: Nos despertamos a las 9 y tras desayunar unas cuantas frutas nos fuimos en la moto camino al Fuerte. Pagamos la mitad de la entrada y empezamos a recorrer sus senderos en la altura pudiendo apreciar esa gigantesca piedra tallada, sus ruinas y también los increíbles paisajes que nos sorprendían ya que para cualquier lado que uno mire la vista es muy bella y a su vez distinta.
Luego de caminar unas cuantas horas volvimos a pueblo y nuevamente por 10 Bs. Almorzamos en el restaurante del día anterior. Esta vez comimos churrasco con papas, arroz, ensalada y revuelto, INCREÍBLE!
Después del almuerzo fuimos a recorrer el pueblo sacando unas cuantas fotos, ya a la tardecita de vuelta en el camping, una ducha y a preparar tranquilos una cena livianita para irnos a dormir temprano ya que estábamos bastante cansados.
8 de Octubre: A las 8 ya estábamos desayunando para ir a “Cuevas” el balneario que no habíamos podido conocer por la lluvia, ya para las 9 estábamos allí, pagamos 10 Bs de entrada. Hermosísimo lugar, muy cuidado. Mientras caminábamos por sus senderos nos iban sorprendiendo de a una sus cascadas, la primera pequeña y las dos últimas ya con una altura de unos 25 mts, el agua realmente trasparente y a una temperatura muy agradable pudiendo aprovechar para nadar todo el día.
Después de “Cuevas” volvimos a Samaipata y con las entadas de “El Fuerte” del día anterior nos fuimos a conocer el Museo Arqueológico  donde pudimos ver un documental que contaba la historia de “El Fuerte” de Samaipata, la cual data de tiempos pre-incaicos, también pudimos ver ejemplares de cráneos, vasijas, armas de la época y demás cosas características, realmente muy lindo e impactante ya que al haber podido caminar el día anterior por el Fuerte uno se imagina un poco mejor las cosas.
Al volver del museo pasamos por el mercado a comprar unas cuantas cosas ya que al otro día iríamos a “La Pajcha”, una cascada que se encuentra a unos 50 km de Samaipata por camino de tierra, ese lugar es totalmente natural, por lo tanto, no se paga entrada y se puede acampar allí. El único tema es que desde ese lugar lo caminos no están muy buenos para continuar por lo que tendríamos que volver a Samaipata luego de  “La Pajcha”, entonces decidimos dejar la mayoría de nuestras cosas en el camping y llevarnos solo lo necesario
Nos fuimos a dormir bien temprano después de cenar.
9 de Octubre: nos levantamos temprano a desayunar y desarmar nuestro campamento para irnos, en un rato ya teníamos todo listo saliendo por el camino de tierra, el cual se transitaba entre subidas y bajadas bastante pronunciadas por lo que nuestra velocidad crucero fue de unos 30 km/h. a mitad de camino pasamos por un pueblo llamado San Juan del Rosario el cual se veía demasiado tranquilo, casi desolado. Allí nos quedamos tomando unos mates en la plaza y aprovechando a preguntar a la poca gente que pasaba sobre el lugar a cual estábamos yendo ya que no teníamos demasiada información de cómo llegar. Como no es un lugar muy turístico no cuenta con carteles que indiquen donde se encuentra, así que la ayuda de los lugareños nos vino muy bien. Luego de los mates continuamos y en menos de una hora ya estábamos allí, entramos la moto por el camino lo más adentro que pudimos metiéndonos en un lugar con muchísimos árboles y el curso del rio a su lado. Apenas bajamos de la moto continuamos caminando por un sendero el cual nos llevaba hacia el ruido de la cascada que escuchábamos desde lejos, 50 mts más adelante estaba esta magnífica belleza natural, no sabría calcular los mts que tiene esta caída de agua pero les aseguro que es altísima y realmente hermosa.
Encantados con el lugar volvimos esos 50 mts hacia la moto a armar nuestro campamento, juntar leña y a ponernos las ojotas para irnos a meter al agua, ya que donde cae el agua se ha formado una olla bastante profunda y también a orillas de este lugar una playa increíble de arena blanca.
Tan tranquilo y desolado el lugar que hasta pudimos desnudarnos para tomar sol, siempre mirando que no venga nadie. Nos quedamos disfrutando del agua y la playa hasta la tardecita, luego nos fuimos a encender un fogón y a preparar la cena acompañados de un vinito que nos había regalado una chica de Suiza en el camping de Samaipata. Después de cenar, a dormir como bebes.
10 de Octubre: Nos despertamos y desayunamos mirando el rio. Más tarde fuimos a caminar un rato pudiendo observar que se venían unas nubes muy feas, por lo que decidimos que volveríamos a Samaipata ya que si se largaba a llover estábamos en medio de la nada y a 50 km por tierra de Samaipata. Desarmamos nuestro campamento y nos subimos emprendiendo la vuelta, ya a pocos km de haber salido comenzaron a caer las primeras gotas, así que le metimos más ganas y velocidad ya que nuestra intuición nos decía que llovería más y no nos equivocamos. Cuando solo habíamos hecho 15 km de los 50 totales las pequeñas gotas a esta altura ya habían formado un barrito que hacía que la moto de vez en cuando patinara un poco.
Para peor cada minuto que pasaba llovía un poco más. Al llegar a San Juan del Rosario nos encontramos con un motociclista de la zona que venía delante nuestro y había parado a sacar el guardabarros de su moto ya que según el resto del camino estaría más difícil. Sin pensarlo dos veces y nuevamente guiados por nuestra intuición seguimos camino despidiéndonos de este hombre y sin perder tiempo. De a poco la lluvia empezaba a hacerse torrencial por suerte el camino a pesar de estar mojado mantenía su buen estado y la Falcon como siempre comportándose de diez, pareciera que le gustaran estas aventuras. Y así fue como hicimos esos 50 km de tierra en una hora y media luchando contra el clima y el camino, por suerte llegamos sanos y salvos.
Nuevamente fuimos a el camping “el Jardín” el cual estaba súper poblado de gente de todas partes del mundo, así que como siempre habiendo nuevos amigos.
11 de Octubre: nos quedamos esperando a un chico de Santa Cruz de la Sierra que estaba de paseo en Samaipata, el cual nos había dicho que nos iba a hacer el favor de llevarnos unas cosas a Santa Cruz, unas que enviaríamos a La paz para usar más adelante, como ropa de verano y repuestos de la moto y otra que iba para que un argentino que conocimos nos lleve a Argentina cuando vaya, cosas que no usamos, algunos regalos y folletería. La cuestión es que nos pasamos todo día en el camping esperando a este chico pero no apareció, así que como ya teníamos todo listo para enviar fuimos a una empresa de encomiendas y lo enviamos por nuestra cuenta.
Ya más tarde y más relajados fuimos al mercado a comprar unas cosas para la cena y también para el día siguiente ya que seguiríamos viaje.
12 de Octubre: nos levantamos temprano, desayunamos y nos pusimos a armar la moto, salimos recién al mediodía con bastante calor pero con muchísimas ganas de disfrutar la Ruta del Che, que era nuestro objetivo. En 2 hs de asfalto llegamos desde Samaipata a Vallegrande, como era domingo de elecciones aquí en Bolivia todo estaba cerrado así que decidimos largarnos a la aventura por ripio y tratar de llegar a La Higuera, lugar donde mataron al Che. Estábamos a unos 50 km pero tardamos bastante, el camino muy duro, muchas subidas y muchísimos paisajes para sacar fotos, yendo a no más de 30 km/h.  llegamos a la Higuera a eso de las 6 de la tarde.

Ya estaba atardeciendo por lo que buscamos hospedaje rápidamente quedándonos con la opción más económica que fue la de una señora llamada Irma, la cual nos dio un lugar en el fondo de su casa para armar la carpa. Medio a oscuras bajamos todo de la moto y armamos campamento, luego fogón para preparar la cena y apenas terminamos el ultimo bocado, a dormir, ya que realmente estábamos destruidos.

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